(Warhammer - Malus Darkblade 04) La Espada de Disformidad [11182] by Dan Abnett & Mike Lee

(Warhammer - Malus Darkblade 04) La Espada de Disformidad [11182] by Dan Abnett & Mike Lee

autor:Dan Abnett & Mike Lee [Abnett, Dan & Lee, Mike]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: sf_fantasy
publicado: 2011-12-31T16:52:59+00:00


Capítulo 14

Contemplación del abismo

Un viento caliente azotaba a Malus, le enredaba el pelo suelto y le lanzaba a la cara arena fina que le raspaba la piel. Planas llanuras se extendían durante kilómetros, inertes y hostiles.

Yacía boca abajo y miraba al norte, hacia la dentada línea de unas montañas color de hierro que se alzaban al borde del ardiente mundo. Malus sabía que una de las montañas tenía una grieta, como si hubiese sido cortada por el hachazo de un dios. Al pie de esa montaña, en un bosque muerto y marchito, había un camino de piedras oscuras que llevaba hasta un templo antiguo.

Había intentado cumplir con su parte. Había tratado de reunir las cinco reliquias perdidas, pero al final había fracasado. Era demasiado: demasiado para que pudiera hacerlo cualquiera.

Ya caían los últimos granos de arena del reloj. Se los robaba el viento del desierto, que se los llevaba hacia el pálido cielo blanco.

Intentó ponerse de rodillas, pero el cuerpo se negó a obedecerle. Bajo la piel le ardía, como un ascua encendida, un dolor lacerante que lo dejaba sin aliento. Se había arrastrado a lo largo de kilómetros y kilómetros para intentar llegar hasta el templo e implorarle al demonio que pusiera en libertad su alma contaminada. El terror se apoderaba de él a medida que se aproximaba la hora en que Tz'arkan se apoderaría de su alma para siempre.

Una mano fresca y fuerte se cerró sobre su hombro. Un agudo dolor lo hizo gritar cuando le dio la vuelta para tenderlo de espaldas. Una dura luz blanca atravesó sus párpados cerrados. A continuación lo cubrió una sombra que bloqueó el despiadado sol.

Sintió una caricia en la mejilla llena de ampollas. La piel era áspera, callosa en las puntas de los dedos y la palma.

—¿Sufres, mi señor? —la voz femenina, ronca y profunda, le recordó el crucero esclavista y la época anterior a la maldición del demonio.

—Tengo que llegar al templo —dijo con voz entrecortada, mientras jadeaba con una respiración gorgoteante. Con dedos torpes se palpó el desgarro del ropón—. Estoy herido —afirmó, mientras lágrimas amargas dejaban surcos en la mugre que le cubría la cara—. Dentro de mí hay un demonio...

—Silencio, mi señor —replicó ella—, la corrupción te ha vuelto loco. No permitiré que un demonio te posea. No tengas miedo.

Unos dedos delicados palparon el desgarrón. Malus abrió los ojos y miró el rostro de Lhunara. Ella sonrió, lo que hizo que el globo lleno de sangre que había sido su ojo derecho se hinchara en la cuenca destrozada. De la terrible herida del cráneo manaron sangre y fluidos repulsivos, y en el cerebro podrido se retorcieron gusanos, molestos por el terrible calor.

Los fríos dedos de ella penetraron por el desgarrón de la tela y hurgaron dentro de la herida abierta. Sintió que le cogía el interior de las costillas, y gritó cuando ella flexionó el brazo y rompió la caja torácica. La carne y los huesos se partieron con el sonido de algo podrido que se desgarra.

Ella



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.